9 de julio de 2014

Inmigrantes y religión.

La llegada de la inmigración a España ha traído consigo la diversidad religiosa en un país en el que ésta había existido históricamente. Así, de estas confesiones "importadas", la más numerosa es la iglesia Reformada y Evangélica, a la que se acogen casi el 40 por ciento de las personas inmigrantes que profesan alguna religión, seguida del Islam, con el 22 por ciento.

En ocasiones, la población autóctona reacciona con rechazo a este aumento de las distintas confesiones, por ejemplo con la oposición a que se abran mezquitas en algunos lugares. Los/as creyentes atribuyen gran importancia a la fe profesada, como parte indispensable de su identidad. Las comunidades ortodoxa y musulmana valoran la religión como parte de la cultura, con lo cual la religión se convierte en un espacio necesario para el desarrollo de sus vidas y alejarse de ésta supondría una pérdida o disfunción de su identidad.

Asimismo, la religión consolida el mantenimiento de la cultura de origen. La fe y la cultura están muy relacionadas, con sus símbolos, tradiciones e idiosincrasia. Las comunidades desarrollan actividades vinculadas con la enseñanza y el aprendizaje del idioma, de la historia y de la geografía del país de origen, de modo que estas actividades refuerzan la identidad del grupo y crean un espacio de contacto para sus miembros.

La libertad de credo y el respeto hacia las distintas confesiones son obligaciones que debemos asumir en este mundo globalizado.
Kiko Cabanillas.

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