Las redes sociales, y
la calle, se llenan de división, desde que el CERMI y el
Gobierno de España, a través de la Ministra de Educación, Isabel Celaá, anuncian
una medida en la que se pretende dar traslado a 35.886 alumnos con necesidades
especiales desde sus aulas y centros de educación especial hacia la escuela
ordinaria, en nombre de la inclusión.
Pero evidentemente,
ya sabemos que en este país aplicar aquello de "panem et circenses",
funciona. Mientras estemos divididos por cualquier cosa absurda no nos unimos
contra los de arriba, ni nos preocupamos de lo importante. Ante la pregunta que
he hecho a muchas entidades, asociaciones, plataformas, empresas y familiares e
incluso personas con diversidad funcional. La respuesta es unánime:
Si alguien gana serán
los políticos que hacen lo que les da la gana.
La pregunta ha sido:
¿Qué se gana creando
una división de enfoques y fuerzas dentro de un colectivo tan vulnerable? ¿Qué
se gana, o quién gana?
Si le damos la vuelta a la pregunta y decimos:
¿Quién pierde?
Otra vez obtenemos una respuesta unánime.
Las familias perdemos todas. No entiendo este
enfrentamiento, pienso que deben estar las dos modalidades. Hay menores que no
pueden estar en centros ordinarios, necesitan mucha atención. Sin embargo otros
si pueden hacerlo. Pero faltan muchos recursos. Y si muchos de esos menores
salen adelante es por sus progenitores, porque pagan terapias fuera del colegio.
Un enfrentamiento en el que no se respeten las dos
opciones o alternativas sólo genera una división de fuerzas y una reducción de
objetivos alcanzables. ¿Queremos realmente alcanzar la meta? Sólo hay una
salida: ¡¡LUCHAR JUNTOS!!
Es obvio que la Educación
Inclusiva es un derecho que está reconocido por la ONU y que hay muchos
estudios sobre ellos y algunos paises nos llevan (como siempre) años de ventaja
en cuánto a la aplicación de medidas. Pero en España no se aplica.
En España el porcentaje
de alumnado en Centros de Educación Especial es muchísimo mayor que en otros
países europeos. Hay quienes dicen que algunas veces no existe detrás una
elección libre, hay quienes dicen que sí, ambas plataformas coinciden, no
obstante, en que el modelo educativo debe sufrir una transformación completa,
de abajo a arriba. Un cambio meditado, estudiado y llevado a cabo con garantías
y de forma gradual.
Hay testimonios de
todos los colores, personas integradas en la escuela ordinaria y que no encuentran limitaciones al desarrollo de su mochuelo y menores que en la escuela ordinaria no recibieron
atención adecuada y en la Educación Especial han encontrado el paraíso.
Ojalá pudiera
educarse a las personas adultas como educamos a nuestros retoños, ojalá nos
preocupase tanto esa educación cuando debe ser un ejemplo para ellos, y dejemos
de lado las particularidades y opiniones personales, para abordar las
necesidades específicas de cada caso, de cada persona, de cada alumno.
Lo que me da vergüenza es este enfrentamiento entre
familias que deberían estar más unidas que nunca, pidiendo recursos para escuelas
especiales y ordinarias. Porque acabaremos perdiendo una oportunidad, como
sociedad, de aprender que incluir no es integrar y el objetivo es integrar con
calidad. Por la paz social, unámonos.
Beni Lago Fernández
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