Hemos vivido estos días la expulsión masiva de los gitanos de Francia por una medida ordenada por Sarkozy.
Algunos vuelven, otros regresan a Rumania donde continuan una vida de marginación.
Cabe destacar que en nuestro país vecino realizaban trabajos marginales que no querían realizar los autóctonos.
Sin embargo Francia, el adalid de los valores democráticos, no respeta la libre circulación de individuos, y utiliza su legislación supuestamente ejemplar para colocarlos fuera de sus fronteras.
La medida ha despertado las críticas de las ONG de todo el mundo. Y tildan a Sarkozy de racista y xenófobo.
Estamos ante un choque de culturas. Y ante la obligación de favorecer la cohesión e integración de las distintas culturas que forman nuestras sociedades. Integración que enriquece al país receptor y permite el desarrollo de las libertades y derechos fundamentales.
Educación para combatir los roces nacidos del enfrentamiento cultural y aplicación de la legislación democrática son la única solución.
Kiko Cabanillas