Asistimos a un aumento lento pero
constante de los delitos de odio contra las personas extranjeras en España: el último informe sobre este tipo de delitos publicado por el Ministerio de Interior habla
de un incremento del 6 por ciento en 2015.
La tendencia es tan sólida que incluso ha propiciado la creación de una Fiscalía
específica. Y no se trata de un fenómeno restringido a las grandes ciudades. En
Galicia, es especialmente preocupante la situación de la provincia de Coruña, que es
la séptima en el contexto estatal con más delitos de odio.
Hoy, 22 de julio, se celebra el Día Europeo de Acción por las Víctimas del Odio, pero...¿qué son los delitos de odio? Según la
legislación española aquellos que se ejecutan contra una persona por su origen,
etnia, orientación e identidad sexual, religión, creencias o discapacidad. En
España, la mayoría de estos delitos se cometen contra personas de otras
nacionalidades y por motivos xenófobos. Esto incluye agresiones físicas, pero
también difamaciones, amenazas e insultos: es el tristemente famoso discurso
del odio o hate speech.
Nos preocupa especialmente cómo el
discurso del odio campa a sus anchas en Internet, donde el mensaje se
amplifica. El entorno digital, por su anonimato, falta de control y
consecuencias, y capacidad para llegar una audiencia muy grande y muy diversa,
es hoy por hoy el mayor cauce libre para la difusión del discurso del odio
xenófobo. Lo vemos diariamente en espacios como twitter. Por ejemplo, la
etiqueta #rapefugees, que relaciona refugiados con violadores, entre las 3 y
las 9 de la mañana del 22 de julio de 2016 alcanzó 164.113 impresiones. Otro
ejemplo son las webs de los medios de comunicación. Según datos recogidos por
el proyecto PROXI el 60 por ciento de los comentarios a noticias sobre inmigración en los
foros de medios de comunicación denotan algún grado de discurso del odio, y el 10 por ciento son directamente
delictivos.
En nuestro país, diversos/as expertos/as alertan
sobre como grupos neonazis que promueven el odio racista tratan denodadamente
de captar a los más jóvenes en la Red y de cómo las personas sin criterio formado son vulnerables al
impacto de este discurso. Además, el Hate Speech y los delitos de odio tienen
un caldo de cultivo ideal en la larga crisis económica y en el incremento de la
exclusión social.
Es un ataque directo a la convivencia que rompe
la cohesión social, aumenta las desigualdades e impacta sobre la insolidaridad
internacional. Según las estimaciones de la UE, los delitos de odio cometidos a
través de redes sociales se multiplican por 30 en relación a la realidad
física. Teniendo en cuenta los datos de uso das TIC, podemos prever que el
impacto de este tipo de discurso en el entorno digital tenderá a seguir
aumentando en los próximos años: el Instituto Galego de Estatística indica que
en Galicia, el porcentaje de niños/as entre los 10 y los 15 años que usan
Internet creció 26 puntos en los 10 últimos años, situándose en 2015 en el 95,5
por ciento, dos puntos por encima de la media estatal. Es necesario, por lo
tanto, actuar en seguida en la creación de una conciencia crítica y de espacios
de convivencia física y virtual que el entendimiento intercultural y la empatía
a través de la acción decidida y empleando herramientas que hagan viral el
discurso alternativo.
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