En el proceso migratorio, la mujer ha ido ganando terreno en las últimas décadas. Y si en épocas anteriores estaba mayoritariamente encabezado por hombres, ahora se ha invertido la situación. Una de las razones de este cambio es el incremento de personas mayores que viven solas y precisan ayuda doméstica y delegan el trabajo del hogar y familiar en mujeres inmigrantes.
Las mujeres han llegado a constituir casi la mitad del total mundial de migrantes en el mundo, ya que están muy vinculadas por lazos de parentesco o bien de amistad o vecindad. Es decir, por contactos más duraderos e intensos. Las mujeres emigran para la subsistencia del grupo familiar y para ayudar económicamente a la familia de origen, para acompañar a sus parejas o para reunirse con familiares ya emigrados.
Asimismo, las mujeres emigrantes tienen un nivel educativo más elevado que los hombres, pero mayores dificultades para encontrar un trabajo acorde con su nivel de formación.Y ocupan los rechazados por las autóctonas debido a su dureza o baja remuneración y poco prestigio social. Lo cual desemboca a menudo en riesgos de exclusión o en discriminación de clase, género y de étnia.
Y yo me pregunto dónde están las feministas que sin duda tienen pendiente una revolución al respecto.
Kiko Cabanillas.
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